El Derecho a la Libertad de Expresion

El Derecho de la Libertad de Expresión de un Autor, pisoteado en la Feria del Libro de Azcapotzalco, México, D.F.

El pasado 15 de abril acudí a la Feria del Libro de Azcapotzalco, invitado por Mónica Gonzalez para realizar una presentación. En dicha Feria había dos espacios: un escenario grande, con ubicación céntrica, y un escenario pequeño, retirado del cuerpo principal de la Feria. Se me indicó que me presentaría en el espacio pequeño, al cual acudí puntualmente a las seis, hora programada para mi presentación, con mi elenco y cuatro de personas de público que hasta el momento habían llegado.

Ya en el espacio, Mónica Gonzalez coordinadora del mismo, me recibió con inexplicable desagrado y actitud prepotente. Ante mi objeción de que el espacio estaba muy escondido, y que la gente difícilmente daría con él, Mónica Gonzalez me respondió: “antes di que tienes un espacio, y si no te parece, vete”. De manera que me fui, con quienes me acompañaban, porque en primer lugar, yo no mendigo los espacios para presentaciones. No necesito hacerlo. A mí siempre me invitan, y yo no los ando buscando. En este caso, tampoco lo pedí, sino que fue la propia Mónica Gonzalez la que me invitó.

No creo que un escritor merezca ese trato déspota, altanero y denigrante por parte de una funcionaria menor, y menos un escritor con un prestigio y trayectoria de más de veinticinco años, reconocido en México y el extranjero. Me fui en paz, porque ustedes saben que no soy una persona conflictiva. Me he presentado en muchos espacios, varios de ellos muy importantes, pero éste es el primer lugar donde he recibido un trato de marginación e incluso discriminación, por ir vestido de negro al igual que mi elenco y público, y por escribir literatura políticamente incorrecta. Pero qué le voy a hacer, a mí no me gusta la “grilla”, no escribo para quedar bien con el gobierno ni con ningún grupo o partido político, y no me interesa hacerme “cuate” de ningún burócrata para tener un “hueso” en la política cultural.

Camino a la salida, el coordinador del espacio grande se me acercó para invitarme amablemente (actitud muy diferente a la de Mónica Gonzalez) a presentarme en dicho espacio, puesto que tenía un lapso de tiempo disponible entre dos presentaciones, por lo menos de media hora. Me habían dispuesto ya micrófonos para mí y mi elenco, pero justo antes de subir al escenario, llegó Nora Catrejón, la otra coordinadora del espacio pequeño. Después de hablar con el coordinador del espacio grande, éste cambió su dicho, y me afirmó que ya no sería posible presentarme. ¿Qué fue lo que le dijo para que cambiara de parecer e impedir mi presentación, a pesar de haber tiempo y lugar para realizarla, confirmado esto por el propio coordinador? ¿Por qué después de que intervino Nora Castrejón se me negó?

Hay dos hechos lamentables que se desprenden de lo sucedido. El primero, la actitud prepotente y déspota de Mónica Gonzalez para con un escritor invitado por ella misma a la Feria del Libro de Azcapotzalco. Y el segundo, y más grave, el hecho de impedir y atropellar la libertad de expresión de un escritor en pleno Distrito Federal, sólo porque ni yo ni mis acompañantes resultamos de las simpatías de un par de coordinadoras.

E incluso hay un tercer hecho, que es precisamente la discriminación contra mí, contra mi elenco y mi público por vestir de negro. La propia Mónica Gonzalez dijo: “se sienten divos y son prepotentes sólo porque se visten de negro”. Siendo que la que se comportó como prepotente y diva fue ella por su actitud de “si te parece bien el espacio, si no, te vas”. Me recordó al famoso “comes y te vas”.

Expongo estos hechos para hacerlos de conocimiento público, en especial de ustedes que me han seguido y apoyado por tantos años, para que sepan que en la Feria del Libro de Azcapotzalco se ha marginado y coartado la libertad de expresión de un escritor que, a diferencia de otros, no anda de lame-suelas para conseguir un puestito burocrático, que se ha abierto paso por sí solo, únicamente apoyado por lo más valioso que son ustedes.

Al negarle la presentación a este escritor, en la Feria del Libro de Azcapotzalco se ha practicado también la discriminación hacia la minoría oscura. Por mi parte, no me afecta el trato injustamente despectivo y prepotente de Mónica Gonzalez. Allá ella si tiene algún complejo de inferioridad ante un escritor con un prestigio y trayectoria que ella no tiene. Allá ella y su educación, si no sabe tratar con un mínimo de respeto y consideración a un invitado suyo. No tendría importancia si lo hiciera a título personal. Lo grave es que, como coordinadora de un espacio, estaba representando a la Feria del Libro de Azcapotzalco y a la burocracia cultural de la Ciudad de México.

Y eso que yo ni siquiera había pedido una remuneración, ni económica ni de ningún tipo. Vaya, ni siquiera un vaso con agua. ¿Por qué entonces ese trato tan indigno?

¿Es ésta la política cultural de apertura, tolerancia y libertad de expresión de la que tanto alardea el partido político que gobierna a la Ciudad de México? ¿La tolerancia y la apertura son sólo para los amigos de los organizadores y coordinadores de espacios en la Feria del Libro de Azcapotzalco? ¿Tengo que caerles bien y hacerme “cuate” de ellos para recibir un trato digno? ¿La libertad de expresión es relativa, para unos sí, y para “esos que se visten de negro” no? ¿Bodas gays sí, literatura y ropas oscuras no?

Estimado público oscuro: desgraciadamente es la realidad que tenemos que enfrentar día con día. Estoy seguro de que para muchos esto no les resulta nada novedoso, pues ustedes mismos han sido discriminados por sus vestimentas o sus gustos musicales y literarios. Lo grave, recalco, es que esta discriminación y atropello a los derechos individuales de libertad de expresión consagrados en la Constitución y la Carta de los Derechos Humanos Internacionales, se ejerza por funcionarios que deberían ser promotores de esos derechos.

Qué lástima que existan funcionarios que con estas actitudes manchen las buenas intenciones que otros funcionarios, de más alto rango, pudieran tener. Por mí, estoy acostumbrado a ir contra la corriente, así que esta piedrita del camino no me detiene ni me desanima. ¡Faltaría más! Al contrario, hace que redoble mis esfuerzos para seguir luchando, como desde hace más de veinticinco años, por la difusión de la literatura oscura y el derecho a expresarla libremente, sin ser boicoteado ni saboteado por pequeños funcionarios con actitudes prepotentes e inmaduras. Mi único delito fue no haberles caído bien.

Afortunadamente, yo no dependo de ellos, sino de mis sueños y mi imaginación. Por fortuna, no tengo nada que agradecerle a ellos, sólo a ustedes, que leen mis libros, que acuden a mis presentaciones e Infernalias, y que se mantienen al pendiente de lo que hago. ¿Será que por eso les resultamos tan antipáticos a ellos?

Por encima de la intolerancia, la discriminación y las actitudes tontas, siempre se alzará el Arte. Los funcionarios y burócratas son reemplazables y prescindibles. Los artistas, en cambio, son irremplazables, y trascienden por encima de aquellos que, en vida, intentaron bloquear su camino. Funcionarios hay y habrán muchos. Verdaderos artistas, muy pocos. Los artistas trascienden al tiempo, los funcionarios no. Y el tiempo, juez verdaderamente justo, termina colocando a cada quien en su lugar. Larga vida a la fantasía.

Mario Cruz

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